Un último abrazo antes de que nazca tu hermanito(a)

La mañana que me desperté con contracciones me la pasé con mi hija de tres años desayunando, armando su maletín para que fuera a pasar el día con mi mamá y mi cuñada. Mientras sentía que la intensidad de las contracciones aumentaba, le preguntaba si quería llevar un cuento, le acomodaba a su muñequito favorito al lado de su vestido de baño, el protector solar y otras cosas que me pedía. En medio de organizar la logística para que mi hija tuviera un gran día mientras yo daba a luz a su hermanito, me dí cuenta de que ese era el último momento de la vida en el que ella y yo íbamos a compartir así: Sólo ella y yo; ella como mi única y mi primera hija.

Unas horas después, la vida ya sería otra, con un nuevo amor, un nuevo bebé, y la identidad de mi hija tendría un ingrediente más: “hermana mayor”.

Quizás por eso el trabajo de parto para tener a mi segundo bebé se me hizo más rápido y llevadero. Porque mi mente estaba ocupada con mi hija y mi corazón estaba saboreando cada instante de esa mañana. Cuando llegó el momento de que mi mami saliera con ella para que llegara mi partera –para tener a su hermanito tal como la tuve a ella, en el agua- la abracé con toda mi alma, le dije que disfrutara el día y que después de la siesta de la tarde ya podría venir a conocer a su hermanito.

– “¿Te duele?”, Me preguntó
– “Un poquito”, le mentí.

Y nos dimos abrazos y besos, ella con su maleta lista para pasar un día de sol, yo lista para convertirme en mamá por segunda vez y expandir mi corazón.
Me habría gustado tener una foto de ese abrazo que nos dimos. Porque ese momento jamás vuelve, como todos los que quedan congelados en las fotografías.
Pero ese, en particular, era un momento precioso, porque ahí en ese abrazo estaba contenido el último instante de nuestra vida como mamá de una sola hija y como única hija de mamá y papá.
Era el fin de un amor exclusivo de tres años y el principio de mi consciencia de tener el corazón expandido por el amor por mis dos hijos.

Tengo fotos de todo: de ella asomando su cabeza cuando está a punto de nacer, de su primera mirada cuando salió de mí a este mundo, de su papá cortándole el cordón umbilical, de la primera vez que le di pecho, de su primera risa, su primer diente, su primer todo. Pero no de ese último instante de ese mundo solo nuestro.

Consciente de que esos momentos irrepetibles es necesario congelarlos en una imagen, Laura Paulesco además de ser mamá, es fotógrafa de nacimientos. En enero de este año capturó un momento que parecía simple y aunque mágico, ella jamás se imaginó que se hiciera viral. Se trata de esta foto, en la que una mamá llamada Nikki abraza a su hija menor, justo en el momento en el que se despiden porque ya es hora de que mamá se concentre en traer al mundo a su nueva hermanita, Isla.
colquitt_birth_007

Paulesco que vive en Portland, Oregon (Estados Unidos), generosamente compartió esta fotografía y también me contó la historia:

En ese momento, los dos hijos de esta mamá estaban dando vueltas por todo el cuarto de hospital mientras ella estaba empezando el trabajo de parto. Cuando llegó el momento de que su papá se los llevara para la casa a dejarlos con una nana, la hija pequeña se trepó a la cama, se acomodó sobre la barriga de mamá y se abrazaron con toda el alma. Así estuvieron por unos pocos segundos, antes de que la chiquita se bajara rápidamente para seguir jugando con su hermano, sin realmente entender lo mucho que estaba a punto de cambiar su vida. De hecho, cuando su papá la tomó en brazos para salir del cuarto, ella le dijo a su mamá un despreocupado “¡nos vemos!”
Las mamás que tenemos más de un hijo sabemos lo rápido que cambia la vida para toda la familia cuando llega un nuevo bebé. Uno sabe en lo profundo de su corazón que es el fin de una era, el comienzo de otra. Que abrazar al que es el menor, o el único hasta ese momento, trae una sensación de infinita felicidad y melancolía. Es un momento que tuve la fortuna de congelar.

Es un momento de tantos intensos que se viven en la maternidad, y aún así, uno del que no se habla mucho pero siempre se recuerda.

Cuéntame ¿cómo viviste tú este momento?¿lo congelaste en una foto?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.